El ingeniero Juan Borus del Instituto Nacional del Agua de Argentina brindó un pormenorizado análisis de la situación de la cuenca del Plata en una entrevista para el programas radial Magazine 360 y Paraguay Fluvial y Logística en la 1330 AM.

Desde fines de marzo, las lluvias comenzaron a ordenarse sobre toda la cuenca del Paraguay, marcando un cambio notorio en el comportamiento hidrológico del río. Juan Borus, referente del Instituto Nacional del Agua (INA) de Argentina, explicó que este fenómeno se originó con la recuperación de la Amazonía, que tras un prolongado periodo de sequía, experimentó lluvias intensas que activaron el flujo de humedad hacia la cuenca norte del Paraguay.
“El mes de abril fue particularmente llamativo”, señaló Borus. “Llovió de manera significativa sobre subcuencas claves como el Apa y el Ypané, especialmente en la margen izquierda del río Paraguay, en la región nororiental del país. Esto generó una rápida respuesta hidrológica que elevó los niveles del tramo inferior del río Paraguay, pasando de aguas bajas a casi entrar en aguas altas en cuestión de semanas”.
El ingeniero remarcó que este comportamiento no tiene precedentes en los registros recientes del INA. “No tengo registro de un episodio tan evidente, donde en tan poco tiempo se haya dado un salto tan brusco en los niveles del tramo inferior del río”, afirmó. El pico de crecida se registró el 26 de abril, y desde entonces, comenzó una lenta fase de descenso, aunque sin volver aún a niveles de aguas bajas.
Lluvias concentradas y variabilidad climática extrema
Borus explicó que este patrón de lluvias forma parte de una mayor tendencia de variabilidad climática que afecta a toda la cuenca del Plata. “Estamos siendo hackeados por la variabilidad climática. Si observamos los mapas de precipitaciones, sorprende la intensidad de las lluvias sobre la mitad norte de la provincia de Buenos Aires y el Delta, con acumulados de hasta 400 milímetros semanales, mientras que en provincias como Entre Ríos o Santa Fe apenas se registraron precipitaciones”, detalló.
Según el especialista, el principal desafío en materia de pronósticos radica en anticipar la intensidad de las lluvias, ya que la ubicación y el momento son hoy más fácilmente predecibles. “La tecnología ha avanzado mucho, pero aún estamos lejos de poder prever con precisión cuánta agua caerá en eventos extremos”.
Impactos en la navegación y el uso del recurso hídrico

La actividad fluvial, especialmente la navegación de barcazas y trenes, ha logrado sostenerse pese a los desafíos. Borus destacó que la experiencia de los años críticos 2021 y 2022 fortaleció la capacidad de adaptación de la región. “Somos hijos del río, y hemos aprendido a sacarle provecho, incluso en condiciones de agua baja. Hay lecciones valiosas que quedan de estos seis años de variabilidad extrema”.
Respecto a los aportes desde la alta cuenca del Paraná y el río Yguazú, se prevé una tendencia levemente descendente para las próximas semanas, salvo que se produzcan eventos puntuales de lluvia intensa en zonas de respuesta rápida, como el norte de Misiones o la cuenca del embalse de Itaipú.
¿Qué esperar en lo que resta del año?
Para el tramo medio y alto del río Paraguay, especialmente entre Bahía Negra y Vallemí, Borus aseguró que los niveles están dentro del promedio y el descenso observado no representa aún una vuelta a aguas bajas. “La crecida se dio antes de lo esperado y el descenso actual, aunque anticipado, nos lleva a valores normales. No vemos un escenario similar al del año 2019, cuando pasamos de una de las mayores crecidas a la bajante más prolongada en 120 años”.
Finalmente, Borus fue enfático: “Hasta que no cambien las condiciones generales de los suelos y la atmósfera, la tendencia sigue siendo de escasez moderada. No vamos a niveles críticos, pero tampoco hay recuperación sostenida. Y lo que pueda pasar a partir de agosto o septiembre es incierto. La variabilidad climática impone límites severos a cualquier proyección”.