La historia del “barco fantasma” que navegó ya cientos de kilómetros a la deriva sobre el río Paraná es también la de la industria naval argentina. El casco de un buque que estaba en construcción pertenece al Estado, y llevaba dos décadas de abandono.
Hace algún tiempo el dueño de Astilleros Corrientes SA, Miguel Gutnisky. Confesó estar preocupado, el dato no es menor: la desidia del Estado, al que pertenece la nave pero que nunca se hizo cargo. “Solo el motor con la caja debe valer unos 2 millones de dólares”, dijo el constructor.
“El barco Fantasma” encargado en otra época de la Argentina, exportación a EEUU de algunas plataformas submarinas de perforación.
Algunos datos fantasmales de administración: en 1993 una empresa privada consiguió financiamiento del Fondo Nacional de la Marina Mercante para construir un barco y la licitación la ganó la empresa ubicada en la margen izquierda del kilómetro 1.200 del río Paraná, a mediados de los 90, la empresa “entró en concurso y llegó a un acuerdo con el gobierno”, a través del cual el Estado se hacía cargo del pago a sus acreedores y se quedó con el barco.
Otros datos: En 2000, ya con Fernando De la Rúa en la Casa Rosada, Astilleros Corrientes firmó un acuerdo con el Ministerio de Economía para que el barco en construcción fuera removido en un plazo máximo de 60 días, pero el Estado volvió a incumplir.
Y así pasaron los años, y el buque fue ya un Fantasma Administrativo, solo papales en montañas de papeles.
Hubo más intentos en el kirchnerismo, pero no hubo interés por el UROS-Z “Fantasma”, un bicho grande para ser parte así nomás de la naturaleza, la que hoy lo cobija, tiene 107 metros de eslora, 14,5 metros de manga y 6,70 metros de puntal.
Ya había llegado Macri, y ahora ya se fue, ahora nos invade el fantasma de la Pandemia, en bienes del Estado dijeron que el Buque nos es correspondía, porque no era un inmueble, es más un “barco en construcción eterna como este”, no tiene matrícula, no tiene jurisdicción “No soy de aquí ni soy de allá” diría Facundo Cabral, queda claro que es el Estado que tenía la obligación de sacar el barco del astillero, pero el “bicho” ansioso por su naturaleza acuática aprovechó una creciente, rompió su cabos en rebeldía a navegar a la deriva.
El viejo Gutnisky dijo, que el barco en construcción se puede recuperar y continuar la construcción o venderlo así como está, poseía un motor nuevo y como iba a ser un buque químico, tiene las bodegas de acero inoxidable que son carísimas.
Todo eso vale millones, es plata del Estado que perfectamente se podría recuperar”, y sus voz se pierde rio abajo, en Empedrado intentaron detenerlo pero no hubo caso, dicen que “El Fantasma” se enamoró de unos alisos o de la cabellera de unos sauces que contrastan con su dureza de acero, allá al sur de “Piracuacito”, a poco más de media hora del puerto de Bella Vista, algunos pescadores golpean e intentan trepar a su armadura con poca fortuna, la “armadura oxidada” que sería una clara metáfora de los últimos años de la Argentina, no se resiste a ser destruida, ahora es casi una leyenda que se esconde entre el verde de las islas, “silba el viento norte y se confunde con un silbido más fantasmal que esta mole”, quizás si uno se acerca lo suficiente y pone el oído en esas chapas amarronadas,
“El fantasma nos cuente esos secretos para encontrarle salida a este país, agrietado, intolerante, amarrado, el “Fantasma” ahora está quieto no hay mano humana que lo mueva, menos ante un río tan bajo, nadie sabe cuándo emprenderá de nuevo otro desafío, río abajo.
Fuente: FM IMPACTO