El barco Ciudad de Paraná fue construido en el año 1962 en los astilleros Río Santiago, en la zona del Río de la Plata, donde también se hizo la Fragata Libertad. Fue proyectado como buque de pasajeros fluvial en el Astillero A. F. N. E. (Astilleros y Fábricas Navales del Estado). Pertenecía a la flota fluvial del estado y durante el verano del 62 realizó viajes diarios a Montevideo (Uruguay), mientras que en el invierno del 63 comenzó a hacer el recorrido entre Buenos Aires y Asunción (Paraguay).
“Yo estuve en la construcción del barco, el primero de pasajeros de este tipo construido en la Argentina en astilleros del estado. En principio estaba destinado a la línea Bs.As./Asunción, donde estuvo muchos años, con la aclaración de que en épocas de bajante del río Paraná/Paraguay y debido a su calado era enviado a complementar la travesía Bs.As./Montevideo”, comenta Mario Riveira a raíz de una publicación en Yotube sobre una exploración a ese barco en 2019. Pero, ¿qué fue lo que llevó a la embarcación a un final como el que atraviesa?
Cambio de dueños y de proyectos
En 1981 el barco fue vendido a Ferrylíneas Argentinas S. A y 10 años más tarde fue comprado por Línea Mágica S. A. En 1995 fue embargado en Juan Lacaze, Uruguay, según se lee en la web de la Fundación Histarmar, que entre sus objetivos cuenta con promover la investigación histórica sobre temas marítimos, fluviales, portuarios y afines. Además, es ferviente promotra de promover el rescate, restauración y conservación del patrimonio histórico marítimo y fluvial incluyendo documentación, objetos, buques, embarcaciones y artefactos navales de significación histórica y su puesta en valor y resguardo en sitios apropiados.
Por un tiempo, el buque tuvo prohibido realizar viajes hasta que fue rescatado por un grupo encabezado por el Dr. Raimundo Ocampo quien volvió a traerlo a Buenos Aires para hacer cruceros por el Río de la Plata, el río Paraná y el río Uruguay.
A finales de los 90, tras ser operado por Turismo Babel Cruceros, fue llevado a Misiones donde se usó como hotel flotante en Puerto Iguazú. Por aquellos tiempos se utilizó para la realización de eventos de todo tipo. De hecho, algunas personas lo describen como “experiencias únicas, desde pasar la noche, hasta llegar a conocer el amor de su vida, estadías con amigos o lunas de miel”.
“Lo que más me impactó fue entrar a la sala de máquinas”
Bajo el seudónimo Urbex Jahman , desde hace tres años que Sebastián Núñez se dedica a explorar diferentes sitios abandonados con el objetivo de descubrir y de mostrar estos lugares que están perdidos, como él mismo cuenta.
Hace aproximadamente dos años que, junto a su amigo Fernando Ressia, decidió visitar el crucero, según cuenta, sin saber en qué estado lo iba a encontrar, si estaba o no abandonado. “Entrar al barco y ver todo lo que había fue un momento único. En el interior encontré todo tipos de cosas originales de los años 60 como las vajillas de porcelanas, cubiertos, planos del crucero, la cocina del lugar con todo adentro, caja fuerte, libros de registros de navegación, tableros con las llaves, un bar, un gimnasio completo. Pero lo que más me impactó fue entrar a la sala de máquinas y ver la inmensidad de esos motores que llegaban desde la parte del subsuelo hasta lo más alto del crucero”, describe Núñez a LA NACIÓN.
A pesar de los años y cierto deterioro por el desuso, quien logra ingresar al barco se puede encontrar con una estructura imponente que mantiene los salones tal como fueron construidos hace casi 50 años. Llama la atención el restaurante y el bar que funcionaban sobre la cubierta del tercer piso, una galería en la que se transportaban automóviles y el sistema de camarotes, muy cómodos y amplios, que en su totalidad podían albergar a más de 300 personas.
“No creo que alguien conozca ese barco como yo”
Lo negativo es que a raíz del deterioro por el paso del tiempo y las cuestiones climáticas, en la actualidad se observan algunas plantas que fueron creciendo en los corredores externos.
El día que Núñez hizo la exploración grabó un video, que dura 19 minutos, en el que muestra paso a paso el recorrido que hizo por el crucero que ya fue visto por más de 570.000 personas. Entre ellas se encuentra Daniel Rocca, que fue tripulante de ese barco entre 1978 y 1994. “En un principio hacía la línea al Paraguay que duraba 11 días de ida y de vuelta. Podría llegar a escribir un par de libros contando las vivencias, ahí viví mis mejores años de vida y de navegación. Ese barco tiene muchas historias de todo tipo, todas buenas. No creo que alguien conozca ese barco como yo, lo puedo caminar con los ojos tapados sin tropezarme, como lo hacía cuando se producía algún un black out en navegación”, comentó Rocca en la publicación.
Humberto Gularte viajó en este barco con su familia desde Montevideo a Buenos Aires en 1987. “Me acuerdo que era un día de gran tormenta, mi hijo corría por todo el barco, una experiencia única para todo el grupo. Me siento aún dentro de ese magnífico barco tal cual la época”, se emociona.
A partir del 2010 el barco fue llevado a tierra, donde se encuentra actualmente, por su nuevo dueño Bernardo Ditges. De esta manera el crucero Ciudad de Paraná quedó encallado y su nuevo propietario mandó a hacer un canal artificial desde el Rio Paraná, a un costado del puente Bartolomé Mitre Complejo Zárate, donde fue llevado flotando para quedar definitivamente dentro del camping “Las Tejas”.