Naufragio del buque Monte Cervantes
Un grupo de expertos intentará llegar con buzos y robots hasta los restos del naufragio del buque de pasajeros Monte Cervantes, hundido desde 1930 frente a la costa de la ciudad de Ushuaia, bautizado como el “Titanic argentino”.
La expedición que no tiene fines económicos y persigue la exploración y documentación del patrimonio cultural de la zona es liderada por el ingeniero argentino Carlos Pane.
El descenso a las aguas del Beagle se realizará entre el sábado 15 y el domingo 16 de julio y buscará arribar hasta donde se encuentran las cabinas de la embarcación, a unos 35 o 40 metros de profundidad. El casco se encuentra en otro sitio cercano pero hundido a 140 metros.
El objetivo de la misión : encontrar y filmar la “lámpara de navegación”. Que es un artefacto “del tamaño de una heladera” que se utilizaba para que el barco pudiera ser divisado por otras naves en alta mar, aunque también se explorarán más restos del naufragio.
Como parte de un proyecto gestado desde el ámbito académico, se formó junto un grupo de sus alumnos la empresa Deepwater Engineering, dedicada a distintos proyectos de ingeniería aplicada, entre ellos algunos submarinos mediante la utilización de drones llamados ROV (Remote Operated Vehicle).
El grupo ya exploró en febrero de este año el naufragio del Vapor Sarmiento, un barco de carga y de pasajeros encallado frente a la Estancia Remolino, también en el Canal Beagle, desde 1912.
Para planificar el descenso submarino lograron dar con el video realizado por un grupo de documentalistas alemanes en octubre de 2000, en lo que constituyó la última experiencia de inmersión colectiva hasta el famoso naufragio.
“Lo encontramos en Alemania y pudimos digitalizarlo. Para nosotros es una gran fuente de información. Ellos intentaron llegar hasta el casco, sumergido a 140 metros, y no lo lograron porque tuvieron problemas con el congelamiento de unas válvulas reguladoras de presión. Pero su trabajo es muy importante para nuestra expedición”, destacó el ingeniero fueguino.
Los alemanes encontraron el casco del Monte Cervantes con el aporte de buzos locales conocedores del Beagle, quienes sabían de antemano la posición del barco y los guiaron al sitio exacto en que debían sumergirse.
Los restos de la embarcación están partidos luego de un intento fallido de reflotamiento realizado en 1954: por eso las cabinas se encuentran separadas del casco principal, una mole de hierro de 160 metros de largo por 20 de ancho.
Los expedicionarios actuales eligieron el mes de julio porque “es la época de menor actividad biológica en el agua y entonces la de mayor visibilidad. También porque suele haber menos viento. Todo eso compensa el hecho de que tendremos menos horas de luz solar”, detalló Pane.
En principio serán tres buzos expertos y seis personas que guiarán tres minisubmarinos y realizarán las tareas de georreferenciación.
El proyecto no tiene fines comerciales, ni tampoco cuenta con sponsors privados.
“Estamos aunando la máxima cantidad de voluntades para un proyecto que no persigue ningún fin económico. Nuestra idea es llegar a las cabinas y en otro momento descender hasta el casco del barco con un robot más grande”, comentó Pane.
El Monte Cervantes era un buque de carga y pasajeros alemán botado el 25 de agosto de 1927 que unía Buenos Aires con Punta Arenas, en Chile, pasando por Puerto Madryn en Chubut.
El 22 de enero de 1930, después de una escala de 15 horas en Ushuaia, entonces habitada por 800 pobladores, zarpó desde la capital fueguina y al poco tiempo chocó contra un bajo fondo en el paso Les Eclaireurs.
El impacto generó una abertura que inundó las bodegas y los camarotes bajos, con lo que el barco se inclinó y empezó a hundirse.
El capitán Teodoro Dreyer logró maniobrar hasta unos islotes y allí la tripulación pudo bajar los botes salvavidas y proteger a los 1.500 pasajeros.
Fuente: nautispots.com