Podría estar en el fondo junto al transatlántico, haber quedado enganchado a él, reposar en otra zona o estar en la superficie
Una hora y tres cuartos de descenso hacia los misterios de las profundidades marinas fue el tiempo que tardó el sumergible Titán, con cinco personas a bordo, en perder el contacto con el buque nodriza. Se dirigía hacia el lecho marino para visitar los restos del Titanic cuando desapareció la conexión y, ahora, equipos de distintas nacionalidades se han embarcado en una carrera contrarreloj para localizar el batiscafo y rescatar a los pasajeros antes de que se agote la reserva de aire de la estructura.
Los tripulantes cuentan con entre 70 y 96 horas de oxígeno, a contar desde el domingo, momento en que se le perdió la pista al sumergible. Habían llegado a la zona, caracterizada por sus inhóspitas condiciones meteorológicas y sus fuertes corrientes en la superficie, a bordo del barco que transportaba el submarino apenas unos días antes para observar con sus propios ojos los restos del Titanic, que descansa para siempre a unos 4.000 metros de profundidad a unos 700 kilómetros de Terranova desde su naufragio en 1912.
Tras la desaparición, la parte más complicada de este rescate es la localización del batiscafo, ya que las autoridades ignoran si se encuentra en el lecho marino cerca del Titanic, si quedó enganchado en la estructura del legendario transatlático imposibilitado para moverse, si recorrió una cierta distancia antes de tocar fondo o si consiguió emerger alejado de la nave nodriza.
Para encontrarlo, aviones, barcos y submarinos de distintas nacionalidades peinan sin descanso la zona con diferentes equipos que abarquen todas las posibilidades. Las condiciones distan de ser buenas, ya que, a la profundidad a la que reposa el Titanic, la presión es de 400 atmósferas (400 veces superior a la de la superficie terrestre) y la luz no llega más allá de los mil metros.
«La búsqueda se realiza mediante sónares y vehículos remotos, los conocidos como ‘rov’, que van provistos de luz. Son vehículos no tripulados que cuentan con brazos que les permiten llevar a cabo distintas acciones y que están siendo aerotransportados a la zona», explica el capitán de fragata Juan José Andreu Martínez, comandante de la Sección de submarinos del Estado Mayor de la Armada, que detalla que los rescates a esas profundidades no contemplan el descenso de personal.
En el caso de que el submarino hubiera llegado a alcanzar la zona del pecio a la que se dirigía, encontrarlo no debería resultar complicado, puesto que el barco nodriza que lo trasladó hasta allí y los restos del Titanic marcan la posición, detalla el capitán de fragata. Una vez hallado, ahonda, existen varios métodos para reflotarlo, «enganchando un cable desde un barco o con el apoyo de globos que ayuden a levantarlo».
Otras posibilidades
Menos optimista sobre las posibilidades de averiguar la posición del submarino se muestra Eugenio Fraile, investigador científico del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Doctor en Ciencias del mar, no descarta que, al tratarse de un área «realmente movida debido a la cercanía del golfo», las corrientes oceánicas arrastrasen el batiscafo a otra zona mientras descendía en la columna de agua y acabase en otro lugar.
«Las corrientes a 4.000 metros son relativamente pequeñas, pero, mientras el sumergible descendía, ha podido derivar a otras profundidades, mayores o menores, que no nos esperábamos. Desde el momento en que se mueva, si no hay contacto con la superficie, el radio en el que buscar, por muy pequeño que sea, a esa profundidad es inabarcable», lamenta el científico del IEO.
Otra de las posibles causas de la desaparición del submarino es que haya quedado enganchado a los restos del Titanic sin capacidad para moverse en ninguna dirección. Esto, unido a la pérdida de comunicación con la nave nodriza, habría redundado la ausencia de noticias del batiscafo. El rescate en este supuesto tampoco debería resultar difícil, ya que consistiría en «cortar» parte del transatlántico para liberar el sumergible.
Sin embargo, en cualquiera de estas situaciones localizar el submarino podría resultar complejo mediante sónares de barrido lateral, de acuerdo con Fraile, ya que, las piezas metálicas detectadas podrían no pertenecer al batiscafo, sino al Titanic. «Es buscar una aguja en un pajar», admite.
¿Y si está en la superficie?
El hecho de que el aparato hubiera podido emerger tampoco resulta más halagüeño, según el investigador del IEO, puesto que podría haberlo hecho a una distancia considerable del barco nodriza. «Si ha habido algún problema, existen unos protocolos de actuación que inyectan aire y liberan una serie de pesos para que salga a superficie. Ahí sí hay grandes corrientes que han podido desplazarlo lejos. Por eso no solo lo buscan barcos y sumergibles, sino también aviones», subraya.
El problema fundamental de esa opción es que Titán no cuenta con escotilla y solo dispone de una apertura frontal, de manera que, aunque estuviera en la superficie, los ocupantes tampoco tendrían la opción de abrir el batiscafo para respirar y acabar con la condena de las 96 horas de reserva de aire, recalca Fraile.
Además, el científico del IEO critica que, al ser una empresa la encargada de estas travesías, no cumple «ninguno de los requerimientos establecidos por las organziaciones que rigen estas medidas de seguridad». «De hecho, cuando no son compañías privadas, el plan de emergencia impone la presencia de un robot submarino a bordo del buque para poder lanzarlo al agua e inspeccionar en caso de problemas», agrega. No obstante, recalca que en estos momentos lo prioritario es rescatar a los pasajeros y, ya más tarde, depurar responsabilidades.
En cuanto a la probabilidad de que los tripulantes de Titán permanezcan con vida, el capitán de fragata Andreu Martínez es claro. Si bien es una incógnita qué ha ocurrido, sin desechar la posiblidad de que incluso «haya entrado agua en el habitáculo» y los pasajeros hayan muerto, lanza un mensaje: «Hay que mantener la esperanza, la comunidad internacional está haciendo todo el esfuerzo posible por encontrarlos y, en el caso de que estén en buenas condiciones, rescatarlos».
Fuente: abc.es