Es salir de una y meterse en otra. La pandemia y la guerra han desequilibrado por completo la industria logística mundial y no parece que la situación vaya a normalizarse en el corto plazo. Desde Europa se trabaja para moderar la escala de precios pero todavía hay demasiados frentes abiertos. El último factor al que se enfrenta el sector es consecuencia directa de problemas anteriores. Hay escasez de barcos disponibles.
Los barcos están ocupados. La industria naviera se ha encontrado con un problema de falta de barcos. La razón detrás es que muchos de ellos están siendo ocupados para otras tareas más allá que el envío de mercancías.
En concreto es el gas el que está condicionando el mercado. La alternativa al gas ruso está siendo exportarlo como gas natural licuado (GNL) es grandes cargueros. Junto al GNL también se encuentra el envío de gasolina y diésel. Este envío de materias primas para la energía está en máximos debido a los elevados precios. El caso es que estos barcos están realizando rutas cada vez más largas y pasan más tiempo en el mar (porque incluso así les sale a cuenta), lo que está reduciendo el acceso a los barcos.
Y se acerca el invierno. El famoso lema de ‘Juego de Tronos’ se ha convertido en uno de los mantras más repetidas en Europa. La guerra no parece finalizar y la falta de cargueros se está extendiendo en el tiempo. A medida que se acerque el invierno la demanda de GNL se incrementará y esto podría volver a incrementar notablemente los costes de envíos pese a la moderación de la demanda, apuntan expertos consultados por Bloomberg.
El coste de enviar por barco vuelve a estar en máximos. Así es difícil que la inflación baje. La crisis logística es un fiel baremo para entender la crisis económica y vemos como los precios de los costes de envío internacionales por barco están a unos niveles muy elevados.
Enviar de China a Estados Unidos es tan caro como los picos de 2020 justo tras la pandemia, mientras que enviar de Oriente Medio a Japón cuesta ahora el doble que a principios de año. El motivo es la falta de barcos disponibles, lo que incrementa el precio de aquellos que sí se ofrecen.
Las empresas que tienen barcos no los sueltan. Tras el verano es habitual que compañías como las de los cargueros de gas dejen de utilizarlos pero están viendo como estas compañías los están reteniendo durante más tiempo. También ocurre con los petroleros, que incluso se mantienen a flote haciendo rutas alternativas únicamente por el hecho de tenerlos a su disposición, según explica Bloomberg.
Un contrapeso que quizás llegue tarde es el incremento de tarifas del Canal de Suez, en un 15% para 2023. Esto contribuirá a que los costes de envío por barco sean más altos, pero también podría ayudar a que las compañías liberen barcos porque algunos envíos ya no les salga a cuenta.
Y los puertos encallados. Una solución podría ser aprovechar los distintos barcos que se encuentran en los puertos, pero tampoco parece que vaya a darse pronto. Como describe CNBC, una gran cantidad de puertos sigue teniendo decenas de barcos retenidos debido al caos previo.
Las navieras recurren a los aviones de carga. Si por mar no se puede, el avión puede ser una situación. Grandes navieras como Maersk, MSC o CMA están buscando alternativas y parecen haber encontrado un parque en los aviones de carga.
Según datos del WSJ, la industria de los aviones de carga creció más de un 20% el año pasado y se espera que este 2022 aumente todavía más. Según apunta Espiral21, Boeing estima que la flota mundial de aviones de carga crecerá de los 2.000 actuales a unos 3.600 aviones en 2040.