El astillero Ultrapetrol, que con planta en Alvear, Argentina, el más moderno del vecino país en la fabricación de barcazas, cerró sus puertas tras varios meses de prolongada inactividad. Si bien la histórica bajante del río y la menor cosecha de soja de Paraguay redujeron el tránsito fluvial (y por ende la demanda de nuevas barcazas), todo el sector arrastra problemas estructurales ya que por la presión tribuaria y los costos productivos argentinos no puede competir con los astilleros de Paraguay.
A medida en que bajaba la actividad, la empresa fue desvinculado personal en los últimos meses. Y una parte mínima del personal que le quedaba lo trasladó al dique que el grupo empresario también tiene en Pueblo Esther para realizan reparaciones de embarcaciones. Sólo se mantendrán tareas mínimas de mantenimiento que necesitan las máquinas instaladas. Al menos hasta que se decida el futuro de las instalaciones.
Tanto las cámaras empresarias como el gremio del sector saldrán en las próximas horas a darle visibilidad a la situación, reclamándola las autoridades medidas que permitan reactivar Ultrapetrol y al mismo tiempo eviten que se siga profundizando la crisis del sector, ya que la actividad es mínima en todo la industria astillera porque la demanda de embarcaciones de las navieras es absorbida por Paraguay, que ofrece costos sustancialmente menores.
Millonaria apuesta
Con una inversión inicial de 55 millones de dólares, Ultrapetrol inauguró el astillero en diciembre de 2009 en un predio de 14 hectáreas generando más de 200 empleos directos. La empresa estaba presidida por Felipe Menéndez Ross.
Su inauguración fue en pleno boom de la soja y marcó el resurgir de la industria naval argentina, ahora más volcada al tránsito de granos por la hidrovía y no tanto al tradicional negocio marítimo. Y buscó a hacer punta en las necesidades de renovación de la flota barcacera que transita por la hidrovía que era básicamente usada e importada de Estados Unidos. Si bien las líneas son de bandera extranjera, apostó a competir con tecnología para tener competitivad en el precio y mejores embarcaciones. Y vaya que tuvo éxito ya que desde Alverar se botaron unas 300 embarcaciones.
Caída y reconversión
No obstante, en la medida que la inflación fue aumentando costos, las regulaciones de los convenios laborales no aflojaron y la presión impositiva se fue incrementando, la empresa empezó a perder contratos. En paralelo, las empresas del grupo (Ultrapetrol, UABL Argentina y UABL Paraguay, éstas últimas navieras) se fusionaron en Atria Soluciones Logísticas. Pero, por los costos estructurales, ni a la propia empresa unificada e integrada le terminaba conviniendo encargar la compra de barcazas a su astillero
Lo cierto es que la actividad fue bajando y en 2017 la planta estuvo casi un año cerrada. Hacia 2019, y con la espalda de tener tecnología fabril de punta, apostó a un estudiado plan de reactivación para incorporar la fabricación de barcos pesqueros, el único negocio que -a nivel de astilleros- más o menos sigue caminando en el país. También apuntaron al negocio de embarcaciones para el negocio de gas y petróleo. Y con nueva gerencia general, el astillero encaró un fuerte trabajo de posicionamiento.
No obstante, el intento no prosperó en el largo plazo. Y a las razones estructurales se sumaron el impacto de la menor actividad fluvial por la sucesión de históricas bajantes en el río Paraná y las menores cosecha de soja de Paraguay llevando a la plata a cerrar puertas.
Fuente: Rosario 3