La fuerte sequía que azotó al campo paraguayo durante la zafra 2024–2025 se tradujo en una merma de casi 15 % en la cosecha de soja, con un volumen final estimado en 9 millones de toneladas, muy por debajo de los 10,7 millones previstos por los gremios y de los 11,2 millones que calculaba el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Según Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), esta caída implica una pérdida total de entre USD 1.500 y 1.600 millones, de los cuales entre USD 600 y 700 millones dejarán de ingresar al sector productivo y, por ende, a las arcas nacionales.

Aunque en las últimas dos semanas se registraron precipitaciones generalizadas —especialmente en el Chaco y el norte de la Región Oriental— que han revitalizado los cultivos y mejorado el ánimo de los productores, el daño ya está hecho. “Los cultivos comienzan a recuperarse y se abre una expectativa más optimista”, comentó Cristaldo, pero advirtió que el impacto de la sequía ya quedó plasmado en los rendimientos finales.
En materia de precios, la soja también sufrió una fuerte corrección. Mientras que en 2023 la tonelada se cotizaba entre USD 500 y 520, hoy ronda los USD 330, e incluso muchos lotes se vendieron por debajo de USD 350 la tonelada. Este desplome agrava la situación financiera de los productores, sobre todo en Departamentos como San Pedro —donde se siembran unas 350.000 ha—, que no alcanzaron el punto de equilibrio. Por el contrario, regiones como Itapúa, Alto Paraná, Caazapá y Caaguazú lograron mejores rendimientos y amortiguaron parcialmente el golpe.
En el frente externo, Argentina sigue siendo el principal destino de la soja paraguaya, aprovechando su cercanía logística con el polo industrial de Rosario. No obstante, la volatilidad de precios y las recientes modificaciones arancelarias en Estados Unidos generan un escenario de incertidumbre para los exportadores. A ello se suma el persistente problema de la hidrovía Paraguay–Paraná: los bajos niveles del río impiden cargar las barcazas a plena capacidad, encareciendo el flete y añadiendo sobrecostos tanto en las exportaciones como en las importaciones.
Con la mirada puesta en la próxima campaña, los gremios reclaman políticas de mitigación del riesgo climático, inversiones en infraestructura hidráulica y mecanismos de cobertura de precios que protejan al productor frente a futuras crisis. Mientras tanto, el país deberá afrontar un ingreso por divisas significativamente menor y prepararse para los desafíos logísticos y comerciales que ya se perfilan en el horizonte.