El economista Javier Milei ganó la segunda vuelta de las presidenciales de este domingo 19 de noviembre en Argentina, al obtener cerca del 56 % de los votos, con el 98% de las mesas escrutadas, y derrotó al oficialista Sergio Massa, quien suma algo más del 44% de apoyos.
Unos 35,8 millones de argentinos estaban llamados a elegir al nuevo presidente en un balotaje, después de que en las elecciones generales del 22 de octubre pasado el candidato peronista, Sergio Massa, obtuviera un 36,78 % de los votos y el líder de La Libertad Avanza (extrema), Javier Milei, un 29,99 %.
La fórmula vicepresidencial de Milei es la diputada de extrema derecha Victoria Villarruel y, con los resultados de ayer, ambos asumirán sus cargos el próximo 10 de diciembre.
Al emitir su voto, más temprano, Milei se mostró «tranquilo» y «satisfecho», a pesar de la «campaña del miedo» que, aseguró, le hizo su rival.
«Estamos muy satisfechos. Hicimos un enorme trabajo pese a la campaña del miedo y a la campaña sucia que nos han hecho», dijo Milei a los periodistas apostados en la puerta del establecimiento universitario en el barrio capitalino de Almagro, donde sufragó según France 24.
Además, el derrotado candidato oficialista utilizó sus redes sociales para agradecer a todos los argentinos que salieron a votar en está jornada electoral, asegurando además que ya se puso en contacto con el nuevo presidente para «poner en marcha los mecanismos de enlace y transición de cambio de gobierno».
En un contexto de alta inflación, aumento de la pobreza y de cansancio de la población frente a los partidos tradicionales, Milei prometió acabar con la “casta política” y buscó en su campaña imponerse como una alternativa al bipartidismo.
Milei tomó la bandera del ‘cambio’ que había impulsado la coalición opositora Juntos por el Cambio (centroderecha) y, luego, obtuvo el apoyo de la candidata perdedora de ese bloque, Patricia Bullrich, y del expresidente derechista Mauricio Macri (2015-2019).
Por ello, su apuesta para la segunda vuelta fue el giro hacia una postura más moderada para seducir a los votantes menos radicales, sin perder la credibilidad entre sus simpatizantes.