La desidia del gobierno paraguayo ante el desarrollo del Corredor Bioceánico no solo es preocupante, sino alarmante. En una reciente entrevista con Ricardo Partal Silva, presidente de la Organización Mundial de Ciudades y Plataformas Logísticas (OMCPL), abordamos la falta de acción concreta por parte de las autoridades nacionales, quienes parecen resignadas a ser espectadores en un proyecto que podría transformar la región.
“Mientras Brasil y Chile trabajan coordinadamente, con políticas de Estado claras y objetivos definidos, Paraguay sigue atrapado en discursos y promesas vacías. Nos tiramos las pelotas unos a otros, todos hablan, pero nadie pone la lapicera sobre el papel. Ni siquiera hay un presupuesto asignado para un desarrollo concreto”, expresó Partal Silva con evidente frustración.
Una perspectiva limitada por la mediterraneidad
“A mí sí me preocupa la desidia”, dijo Diego Florentin durante la conversación con Partal Silva. No sé si se trata de un gran desconocimiento, producto de nuestra condición mediterránea, pero en Paraguay parece que la prioridad sigue siendo que las cargas lleguen a través de la Hidrovía hasta el tramo sur, que las importaciones arriben, que las exportaciones salgan y que el combustible alcance los muelles. Mientras eso suceda, asumimos que todo está bien. Sin embargo, no se logra visualizar el inmenso potencial que podría generar el Corredor Bioceánico para el desarrollo nacional.
Recientemente, en un diálogo con el gerente de la Aduana paraguaya, este indicó que se están buscando mecanismos para facilitar los procesos aduaneros. Pero esas medidas, aunque necesarias, solo beneficiarán a Brasil y Chile, que avanzan con una visión de integración regional. No se percibe un plan que apueste por potenciar el comercio paraguayo. Incluso, afirmó que todo depende de Cancillería.
Brasil y Chile: un ejemplo de acción coordinada
Partal Silva respondió a esta inquietud con un análisis contundente: Brasil y Chile están consolidando su alianza estratégica con políticas de Estado sólidas y bien dirigidas. Ambos países miran con determinación hacia Asia como mercado prioritario y están integrando esfuerzos para materializar el Corredor Bioceánico.
Una obra clave en este marco es la plataforma portuaria en Puerto Murtinho, cuya inauguración está prevista para 2025. Esta infraestructura, desarrollada con una visión clara desde el Matto Grosso, será el núcleo del flujo comercial entre el Atlántico y el Pacífico. A pesar de que Paraguay es responsable de gran parte de las obras en el corredor, estas serán utilizadas principalmente por Brasil y Chile, países que han sabido coordinar y actuar en base a objetivos comunes.
“Si el empresariado quiere que esto funcione, créanme que va a funcionar. Pero necesita de un marco político que lo acompañe. Lo que vemos ahora en Paraguay es un gobierno que carece de visión estratégica, atrapado en la retórica sin avances reales”, concluyó Partal Silva.
El llamado a la acción: superar la desidia
La inacción del gobierno paraguayo es, en parte, producto de la falta de voluntad política y la incapacidad de comprender la magnitud del Corredor Bioceánico. Más allá de facilitar procesos, Paraguay necesita políticas públicas robustas, una coordinación efectiva entre instituciones y un plan de desarrollo que priorice el comercio nacional, no solo como facilitador, sino como protagonista.
El Corredor Bioceánico no es solo un proyecto de infraestructura; es una oportunidad para redefinir la posición de Paraguay en el mapa logístico global. Pero esa oportunidad se está escapando, como un tren que se aleja de la estación.
Paraguay no puede darse el lujo de quedarse atrás. Es momento de dejar la comodidad de las buenas intenciones y empezar a construir, con políticas concretas, presupuestos reales y una visión estratégica clara. Si seguimos esperando, el Corredor Bioceánico será una obra que otros países aprovecharán, mientras nosotros solo observamos desde la barrera.
La pelota está en la cancha del gobierno paraguayo, y el tiempo para actuar es ahora.
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