En un mercado con una sobreoferta de crudo y una fuerte demanda, las potencias petroleras, agrupados en la OPEP, y sus aliados optaron por apegarse al plan acordado en julio, de aumentar la producción conjunta en 400,000 barriles diarios cada mes. Al final, para estos países este aumento se traduce en mayores ingresos. En México, por ejemplo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público había estimado el precio de la mezcla mexicana en 42.1 dólares por barril para 2021. Hace dos meses, esa previsión subió a 58.8 dólares, y ayer la mezcla mexicana cerró en 75 dólares, un nivel no visto en tres años, de acuerdo con Banxico.
Si bien los miembros de la OPEP tienen frente a sí la posibilidad de llevar a las arcas un mayor ingreso petrolero, el control que ejercen en el mercado tiene fecha de vencimiento. Esta influencia parece pesar menos en un futuro no muy lejano, pues algunos países productores y consumidores de energías fósiles como China, Estados Unidos, y los países miembros de la Unión Europea han trazado metas para recortar las emisiones de carbono en menos de 10 años.
Para la consultora británica Capital Economics, es cuestión de tiempo. “Creemos que su habilidad para influenciar el precio caerá con el tiempo y los precios del petróleo en términos reales caerán firmemente en las próximas décadas”, comentó en un reporte el economista Samuel Burman.
Pero por el momento, los grandes consumidores aún necesitan de este energético. En particular cuando se acerca el invierno y sus reservas de gas natural están por debajo de su capacidad esperada, tras fenómenos climatológicos más extremos y el precio en máximos históricos.
Los países europeos, incluido Reino Unido, uno de los grandes consumidores de gas, registró un nivel de 71% en sus reservas aumuladas de gas natural, por debajo del 95% reportado hace un año, de acuerdo con datos de la asociación de operadoras de gas en Europa (GIE, por sus siglas en inglés). En el caso de Estados Unidos, sus reservas acumularon 3,017 millones de pies cúbicos al cierre de la semana que terminó el 24 de septiembre. Estas reservas están por debajo de su promedio de cinco años que ascendió a 3,038 millones de pies cúbicos de 2016 a 2020, de acuerdo con un reporte de la Administración de Información Energética.
Esta demanda que supera la oferta y los altos precios en el gas forman la “tormenta perfecta”, a decir de Ana Azuara, analista de commodities de la institución financiera Banco Base. “Están pensando en quemar lo que sea, cualquier derivado del petróleo para generar combustible”, comenta Azuara. El resultado: un impulso extra en el ya elevado precio del commodity.
Estas cifras son relevantes pues tres cuartas partes de la demanda mundial de energía se cubre con combustibles fósiles, y menos de una quinta parte con energías renovables no nucleares.
Por lo pronto, con la oferta limitada del cartel petrolero y los precios de los energéticos tocando récords, comienzan a emerger algunas crisis que parecieran no tener conexión pero tienen un factor común: la falta de energéticos. Hace unas semanas, medios internacionales reportaron escasez de energía en decenas de provincias en China, y desabastecimientos en Reino Unido por una falta de gasolina.
“Si es un problema mayor el desabasto energético, eso está en veremos. Es poco probable que la demanda baje, que la producción de gas natural aumente y que los inventarios estén al 100”, señala Azuara. Falta ver qué depara el invierno que está por iniciar.
Fuente: expansion.mx