Los dirigibles pueden ser una de las mejores alternativas a la aviación tradicional que lleva copando los cielos de todo el mundo en las últimas décadas. Aunque en España no tuvieron mucha relevancia, este medio de transporte sí fue una de las grandes industrias en Alemania, desde donde se fletaban vuelos transatlánticos rumbo a Nueva York para las clases más pudientes de principios del siglo XX.
Si bien no son tan rápidos como los aviones actuales, ofrecen otro tipo de incentivos como ser más ecológicos e incluso la posibilidad de unir dos puntos del mapa sin la necesidad de aterrizar en un aeropuerto. Esas son tan solo algunas de las ventajas de las que se aprovecharán los usuarios del Air Yacht (Yate Aéreo, en su traducción al castellano más literal) como un híbrido entre dirigible y catamarán que igual surca los cielos que los mares.
Los dirigibles pueden ser una de las mejores alternativas a la aviación tradicional que lleva copando los cielos de todo el mundo en las últimas décadas. Aunque en España no tuvieron mucha relevancia, este medio de transporte sí fue una de las grandes industrias en Alemania, desde donde se fletaban vuelos transatlánticos rumbo a Nueva York para las clases más pudientes de principios del siglo XX.
Si bien no son tan rápidos como los aviones actuales, ofrecen otro tipo de incentivos como ser más ecológicos e incluso la posibilidad de unir dos puntos del mapa sin la necesidad de aterrizar en un aeropuerto. Esas son tan solo algunas de las ventajas de las que se aprovecharán los usuarios del Air Yacht (Yate Aéreo, en su traducción al castellano más literal) como un híbrido entre dirigible y catamarán que igual surca los cielos que los mares.
El encargado del proyecto ha sido el estudio de diseño Lazzarini, quien está detrás de embarcaciones tan particulares como una cápsula de lujo, un megayate eléctrico con forma de cisne y el Saturnia, otro yate de lujo que cuenta con su propio puerto privado.
Un catamarán volador
El coloso Air Yacht recurre a la fibra de carbono como material de construcción para el esqueleto de la aeronave, que sirve de plataforma para las 3 estancias diferenciadas. Las 2 exteriores tienen 150 metros de largo y se conectan, a través de 4 puentes, a una zona central con una longitud de 80 metros.
Las funciones de sustentación en el aire se llevan a cabo gracias a las dos construcciones más externas. Un sistema de almacenamiento de gas helio comprimido provee de este gas a unos compartimentos internos especialmente dispuestos para proporcionar el empuje vertical necesario para volar.
Una vez llenados los 400.000 metros cúbicos de helio y con el dirigible flotando en el aire, el sistema de motores instalado en el Air Yacht proporciona empuje hasta alcanzar una velocidad de 111 kilómetros por hora con una autonomía de 48 horas.
Completan el empuje del Air Yacht 8 motores eléctricos alimentados por un sistema «ultra ligero» de baterías que a su vez se conecta a los paneles solares instalados en el techo de la aeronave.
Además, estos motores de hélices pueden rotar y colocarse en vertical para proporcionar un extra de maniobrabilidad a la aeronave y también servir de propulsión cuando el vehículo se encuentra en modo catamarán. En este medio, el catamarán puede viajar a 9 kilómetros por hora.
La zona más externa de los globos laterales es también el lugar de descanso de la mayoría de los usuarios del catamarán volador. Quienes podrán moverse dentro de la estructura gracias a los 8 puentes que conectan los dos globos con la plataforma central.
Lujo ecológico
«Con el Air Yacht, hay una manera de surcar los cielos sin que las emisiones dañen el futuro«, explican desde el estudio de diseño. Quienes plantean la alternativa de su vehículo como una opción «más ecológica».
Aunque esta mezcla entre zepelín y catamarán pueda resultar un tanto extraña, los diseñadores no han querido que el futuro propietario renuncie a nada. Básicamente han aplicado todos los lujos posibles de la industria naval de los yates y lo han aplicado a este concepto de catamarán volador.
En total, el Air Yacht cuenta con espacio para 22 huéspedes distribuidos en 11 camarotes. Con 5 en cada nave exterior y una extra —la principal— en la central con las mejores vistas de 360 grados junto con los salones de estar y el comedor. Y en cuya parte superior se emplaza un helipuerto.
«No está destinado a fines turísticos», apuntan desde el propio estudio de diseño. «Es para un propietario privado que quiere tanto un superyate como una evolución en la aviación. Por el momento, no se trata más que de un concepto y no se conoce ni el precio ni un potencial comprador.
Impulso a los dirigibles
En pleno 2022, el renacer de los dirigibles ya es un hecho. La elevada carga nostálgica unido a las nuevas técnicas y corrientes que apuntan a lo ecológico han impulsado programas de viajes utilizando este medio de transporte.
Por ejemplo, la agencia de viajes de lujo Elefant Travel quiere fletar un vuelo al Polo Norte con españoles en el año 2024. «Contrataremos a algún chef español de renombre para que cocine a bordo del dirigible y hablaremos con algún diseñador de nuestro país para que vista a la tripulación», según explió Gonzalo Gimeno, socio director de la agencia a EL ESPAÑOL – Omicrono.
Otras gigantes como Lockheed Martin también cuentan con desarrollos en esta línea, solo que enfocados al transporte de paquetería. La gran ventaja de estas aeronaves es que les basta un espacio al aire libre más o menos grande para despegar y aterrizar. Nada de aeropuertos ni instalaciones complejas.