En medio del paisaje mediterráneo de Skouriotissa, en la República de Chipre, una antigua tradición paraguaya cobró vida a miles de kilómetros de casa. Este Miércoles Santo, el personal militar paraguayo desplegado con la Fuerza de Mantenimiento de Paz de las Naciones Unidas (UNFICYP) se reunió para celebrar el tradicional Chipa Apo, una costumbre profundamente arraigada en la identidad nacional.
El Campo San Martín, base de operaciones de la Fuerza Tarea Argentina FTA 65, fue testigo del emotivo encuentro, que contó con la presencia del Teniente Coronel Diego Fernando Córdoba, Comandante de la FTA 65, y de la Teniente Francisca Pérez, Comandante del Pelotón paraguayo. En una jornada marcada por el compañerismo y la nostalgia, el aroma inconfundible del chipa casero se mezcló con los sentimientos de pertenencia y orgullo.
Esta celebración no es solo una muestra de fe y cultura; es también un testimonio del compromiso de los soldados paraguayos con sus raíces. A pesar de la distancia, del deber y de las exigencias propias de una misión internacional, estos hombres y mujeres mantienen vivas las costumbres que los definen como pueblo.
«El chipa no es solo pan; es un pedazo de Paraguay que llevamos con nosotros donde sea que estemos», expresó una de las participantes. Prepararlo, compartirlo y degustarlo en comunidad se convierte, en este contexto, en un acto simbólico de resistencia cultural y afectiva.
Más allá de su valor gastronómico, el Chipa Apo representa el esfuerzo por mantener viva una identidad común incluso en los entornos más lejanos y diversos. En misiones de paz donde confluyen distintas nacionalidades, tradiciones como esta fortalecen el tejido humano del contingente y proyectan al mundo el espíritu solidario y perseverante de la nación guaraní.
Este acto sencillo pero cargado de significado demuestra que las tradiciones no conocen fronteras cuando hay voluntad de preservarlas. El personal militar paraguayo en Chipre no solo cumple con honor su misión, sino que lleva consigo un pedazo del alma nacional, reafirmando que, donde haya un paraguayo, hay también un eco de su tierra.
